Escarcha

belga

En pleno enero, Bélgica se arropa con un frío que te llega hasta los huesos, transformando el paisaje en una postal congelada. El aire helado desafía al sol mientras todo parece sacado de un cuento.

Las fachadas y edificios de colores destacan sobre el fondo gris del cielo, y aunque el frío aprieta, la gente sigue llenando las calles. El bullicio no se detiene: la gente arropada en las terrazas, los mercados y las risas entre bufandas muestran que, pese al invierno, la vida sigue en movimiento.