Algunas historias se graban en la piel. Otras, en la luz que atrapa un obturador.

Tuve el privilegio de presenciar la última gira de Måneskin como grupo, de estar ahí cuando el escenario ardía y las sombras bailaban al ritmo de su electricidad. Cada imagen es un eco de su furia, de su entrega, de ese instante en el que todo era música y sudor, un vértigo compartido entre ellos y el público.

Hice estas fotos con la urgencia de quien sabe que algo único está sucediendo. Con la certeza de que cada acorde era un adiós, cada grito una despedida disfrazada de celebración. Aquí están, congelados en el tiempo, en su última tormenta juntos.

Revista: White Paper By

Foto: Cris Alonso